En 1924 Sandalio Fernández, a sus 20 años, abrió un taller mecánico en la ciudad de Campana, provincia de Buenos Aires. Específicamente lo hizo en la Avenida Mitre 972, para luego mudarse al ex Boulevard Lavalle 584, hoy Calixto Dellepiane. Había adquirido el oficio de matricero y herrero como aprendiz en los talleres del ferrocarril de Campana. Sin embargo, sus conocimientos no vinieron solo de ahí, también su padre, Manuel Fernández, tenía una herrería en las cercanías del Río Luján. Hierros, autos y dedicación eran la herencia. En un principio el taller de Sandalio se ocupó de reparaciones de carros, automóviles y fabricación de piezas. Luego, en 1946, el taller de la Lavalle comenzó a prestarle servicio a la entonces refinería Esso para reparar la flota de camiones.
En 1950 el taller se mudó a la Avenida Rivadavia 976, lugar donde hoy existe SANFER. En ese momento comenzó a trabajar para diferentes fábricas de la zona. Con la muerte de Sandalio, su hijo Alcides “Chulín” Fernández continuó el trabajo y se asoció con Juan Carlos Rizzo. La sociedad Fernández y Rizzo además de continuar con el taller mecánico, en 1979 se inició en el rubro comercial de venta de repuestos para el automotor. La firma trabajó hasta 1994, año en que muere Chulín. A partir de ese momento, los hijos de Chulín fundaron SANFER: una pyme familiar que continuó con el legado de una historia que comenzó hace 100 años.
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